La Historia nos enseña que siempre hubo explotadores y esclavos, y que cuantos más analfabetos hay, cuanto más despreocupado está el pueblo de los asuntos políticos, más fácil lo tienen los de arriba para imponer la injusticia. Cuanto menos vale la vida humana, también. Cuesta trabajo aceptar que estamos volviendo atrás, pero es así.
El consumo generalizado de alcohol y de drogas es una de las herramientas de las que se sirven los negreros para someternos, principalmente porque las personas que se encuentran bajo los efectos de estas sustancias no distinguen lo que está bien de lo que está mal, actúan con violencia contra quienes conviven con ellos, y la mayoría apenas pueden estudiar. Es más, los drogadictos son bastante egoístas y no se puede contar con ellos para luchar por el bien común. Por mucho que desde arriba quieran convencernos, a través del cine y de la televisión, de que el alcohol y las drogas son cosa de hombres, de que existe el consumo responsable, o de que son un símbolo de la libertad, la verdad es que las drogas siempre pasan factura, tanto a quienes las utilizan como a sus familiares, vecinos y amigos, que encima de tener que hacer frente a unas condiciones de vida cada vez más duras (y esto es cierto sobre todo para los más humildes), encima tienen que soportar a los drogadictos.
A través de unas leyes que favorecen el consumo de estas sustancias, los políticos y el capital nos entretienen para que no observemos con lupa sus movimientos. ¿Cómo dar prioridad en nuestra vida cotidiana al control de lo que hacen con el dinero de nuestros impuestos, si además de que tenemos que trabajar mucho para ganar cada vez menos, encima tenemos que estar alerta ante la posibilidad de que en la calle o en nuestra propia casa seamos objeto de una agresión? ¿Y cuáles son los valores que tratan de inculcarnos a través de los medios de comunicación que ellos dominan? Es fácil deducir que tienen interés en que estudiemos muy poco, en que nos droguemos mucho y en que cada hogar sea un infierno. La violencia que ejercen los señores del mundo sobre los esclavos se ve reforzada por la violencia entre los esclavos. Divide y vencerás.
Recordemos dos ejemplos muy recientes que ilustran la doblez de quienes dicen solidarizarse con nuestro dolor. El 26 de febrero de 2008, cuatro mujeres son asesinadas por sus parejas en España. Todo el mundo se indigna y los altos cargos de la Administración guardan sus cinco minutos de silencio en honor a las víctimas de la violencia doméstica (como de costumbre, nadie se pregunta si los asesinos se encontraban bajo los efectos de determinadas sustancias). Ese mismo día, la primera cadena de Televisión Española emite, a las 22 horas, la película El mexicano, protagonizada por Antonio Banderas y Johnny Depp. El personaje interpretado por Depp mata fríamente de un tiro a la camarera que le ha derramado encima la bebida y que ha tratado de limpiarle mientras que él le pedía que lo dejara en paz. Ella no le ha obedecido y él, cansado, le ha disparado sin arrepentirse y sin sufrir ni la acción de la justicia ni el reproche de nadie. Días más tarde, el 3 de marzo, mientras que en la primera cadena Zapatero y Rajoy fingen en un debate que nuestra realidad les interesa, La 2 emite la cinta Búfalo 66, en la que un tío humilla e insulta repetidamente a una muchacha obligándola a someterse a su voluntad.
Quienes abogando por la libertad de expresión no quieran ver lo que puede suponer la exhibición de estos comportamientos ante los ojos de millones de telespectadores (exhibición sufragada con dinero público) o son ciegos o son cómplices de esta despiadada maquinaria puesta en marcha para aplastarnos con la inestimable ayuda de unos políticos que lo saben y que ni lo denuncian ni lo impiden.