Falso cambio climático y crímenes de lesa humanidad (N. Morgade, 16-10-2019)

¿Cuál es la manera más eficaz de que cuarenta y siete millones de personas puedan oponer resistencia al envenenamiento al que nos están sometiendo sin piedad? ¿Juntas, o cuarenta por un lado y siete por otro? ¿O, ya que estamos, descuartizando a los cuarenta millones en varios estaditos más? ¿De verdad que saldríamos ganando? ¿De verdad que de esta manera podríamos hacer frente a las medidas dictatoriales que se nos anuncian desde los distintos imperios? Medidas como el control total de todos y cada uno de nuestros movimientos gracias al 5G y el Internet de las cosas, la reducción despiadada de la población a través del esparcimiento y la inyección obligatoria de venenos y enfermedades, la imposición del sistema de esclavitud chino, la reducción del cociente intelectual de la mayoría de la población, la eliminación sistemática de los opositores por métodos más o menos velados, etcétera. Repito: ¿de verdad que divididos en trozos de tierra y no viendo más allá de los vecinos del trozo de tierra de al lado podremos hacer frente a tal aberración?
Es más, ¿se distinguen los políticos catalanes de los políticos del resto de España en algo? ¿Acaso hablan de aquello que nadie se atreve a mencionar? ¿Se opone alguno al 5G? ¿Alguno muestra su disconformidad con que nos fumiguen a diario? Pues hay gente preocupada por estos asuntos, que es consciente de todo esto, y que sin embargo va y les da su apoyo.
La situación de división y enfrentamiento a la que hemos llegado en el seno de muchas familias catalanas, entre los catalanes nacionalistas y los no nacionalistas, entre Cataluña y el resto de la nación, y entre los nacionalistas de otras comunidades autónomas y el resto de los españoles, no solo es responsabilidad de los políticos independentistas, sino también, por desgracia, de la casta política española en su totalidad, buena parte de la cual tiene que trabajar necesariamente para intereses extranjeros, porque es que, si no, no se explica su empeño en hacernos tanto daño.
España no tiene soberanía alguna. La realidad es que los agentes del Imperio del que formamos parte y del que no somos más que una provincia hacen y deshacen a su antojo en nuestro territorio, perpetrando experimentos de ingeniería social y de todo tipo que nos empujan al enfrentamiento entre hombres y mujeres, entre heterosexuales y no heterosexuales, entre gentes de izquierdas y gentes de derechas, entre nacionalistas y españolistas, entre defensores de la versión oficial del cambio climático y quienes la cuestionan, entre defensores de las corridas de toros y animalistas, etc., y, mientras que nos dividen, nos siguen emponzoñando, y llenándolo todo de antenas, y radiándonos, y despojándonos de nuestros derechos, y llevándonos a la precariedad y a la miseria, y arrojándonos a la esclavitud.
Todo ello con la colaboración inestimable de las élites españolas y sus siervos, que controlan los partidos políticos, los medios de comunicación y muchos movimientos asociativos. Pero, como no podía ser de otra manera, buena parte de la sociedad española también colabora con esta falsa democracia apoyando las múltiples redes clientelares y participando en ellas.
El escritor César Vidal ha analizado las causas históricas de nuestra situación actual tanto en artículos como en emisiones radiofónicas, y se muestra muy crítico con una mentalidad que compartimos con los países del sur de Europa y con los países hispanoamericanos, una mentalidad que es necesario reconocer y cambiar para que nuestra sociedad pueda avanzar.
Pero vayamos con los partidos políticos que nos enfrentan y dividen constantemente. Otro escritor, Félix Rodrigo Mora, nos desvela en sus disertaciones las mentiras de las nuevas formaciones políticas tanto de la izquierda como de la derecha y lo que hay detrás de ellas, ofreciéndonos una visión de nuestra democracia que debe resultar difícil de asimilar para aquellas personas que no ven más allá de las etiquetas.
La izquierda es el fascismo (Félix Rodrigo, 21 de julio de 2019)
Embustes y fullerías de la extrema derecha (Félix Rodrigo, 10 de octubre de 2019)
Efectivamente, el hecho de que todo es una gran mentira es difícil de aceptar. Pero sigamos: otro rasgo que caracteriza a los políticos españoles es su afán por llevárselo crudo. Un abogado contra la demagogia nos lo explica en sus vídeos con múltiples ejemplos:
El gobierno dicta orden de pago millonaria a los partidos políticos
(Un abogado contra la demagogia, 1-10-2019)
Los verdaderos planes de Quim Torra que no se cuentan
(Un abogado contra la demagogia, 3-10-2019)
Elecciones 2019. El escándalo de la Diputación Permanente
(Un abogado contra la demagogia, 10-10-2019)
Este hombre ha puesto en marcha un Movimiento de Regeneración Política de España que tiene como objetivo sustituir el sistema actual por una democracia más participativa en la que los representantes políticos pierdan sus privilegios. Esta propuesta vendría a sumarse a otras ya existentes, como el MCRC de García-Trevijano o el partido Escaños en blanco, y a otras que han surgido recientemente, como la de Mario Díez o la de Jesús Candel. Aunque todas las propuestas son en principio bienintencionadas, hasta qué punto es posible que nos encontremos ante nuevos ejemplos de disidencia controlada es algo que se me escapa y que el tiempo nos dirá. Pero, para disidencia controlada, los partidos que tienen representación parlamentaria. Esos sí que son disidencia controlada.
El médico Jesús Candel, en su lucha contra la corrupción en el ámbito de la sanidad pública andaluza (lucha que le ha costado muy, muy caro), ha dejado bien claro que todos los partidos políticos (incluidos los nuevos) están de acuerdo en tapar la corrupción y en aniquilar (sí, sí, aniquilar, destruir, torturar, aplastar) a aquellos ciudadanos que denuncian la corrupción.
Por muy duro que resulte, por mucho que nos angustie esa sensación de orfandad que nos produce la tristísima realidad de que nos han dejado solos y desnudos en mitad de la plaza, hay que quitarse la venda de los ojos y aceptar que los partidos políticos son nuestros enemigos, y que votarles es votar a nuestros enemigos. Habrá que buscar otras alternativas sin permitir que la deslegitimación del sistema actual pueda servir de excusa para la instauración de una dictadura (aunque en realidad ya estamos en una dictadura).
Podemos empezar por no votarles.
Conrad R.
