Nos están matando sin hacer ruido

Imagen: Candid Shots

Publicamos a continuación la traducción al español de un artículo de Greg Calise cuya versión original en inglés fue publicada el 20 de abril de 2014 en el blog Riverbank of truth (La ribera de la verdad):

NOS ESTÁN MATANDO SIN HACER RUIDO

Con frecuencia escribo sobre el peligro que entrañan las autoridades de cualquier tipo. Las autoridades juegan a controlarnos, y nos controlan. Nos hemos sometido a las autoridades desde el principio de nuestras vidas, y llevamos milenios atrapados en este círculo. Nuestros padres nos enseñan a hacerlo tal y como ellos lo han aprendido. Entonces nos envían a la escuela y a la iglesia, donde los profesores y los sacerdotes se atribuyen el papel de autoridades. Nuestros padres también nos dejan sentados delante del televisor durante horas, y así creemos que es verdad lo que vemos en la televisión. El presentador de las noticias es una autoridad. De modo que, a lo largo de nuestra infancia, con la esperanza de que nos orientaran correctamente y nos protegieran, nos hemos sometido a muchas autoridades. Nos enseñan a confiar en nuestras autoridades y a creerlas, como si nos dijeran la verdad. Pero ¿cómo nos van a decir la verdad, cuando ellas mismas han sido programadas con mentiras? Las autoridades no tienen ninguna credibilidad.

La mayoría de la gente ha aceptado este juego del control con la esperanza de recibir una recompensa y de poder controlar a otras personas. A todos nos han programado para participar en este juego. Es el único juego de la ciudad, y lo vemos por todas partes. ¿A cuántas personas conocen ustedes que se atribuyan autoridad sobre otras? La mano de obra se rige por estos principios, al igual que la religión, el gobierno, la sociedad, las escuelas e incluso la familia. Hemos dejado que otros nos controlen porque no somos lo suficientemente fuertes como para valernos por nosotros mismos. Hemos sido programados para someternos a la autoridad, y pocas personas tienen el valor de decir que no. La mayoría de la gente se somete a las autoridades sin rechistar.

Al someternos a una autoridad, perdemos el derecho a nuestra soberanía innata y a nuestra libertad. Le entregamos nuestro poder y nuestro pensamiento crítico. Permitimos que una autoridad externa formule nuestros pensamientos, que nos dé órdenes, que nos utilice y que nos controle. Cuando éramos niños, no teníamos otra opción. Uno solo podía rebelarse un poco sin ser castigado. Sí, pensemos en esto. Nos programaban para que nos sometiéramos al programa, y, si no, habría consecuencias. Nos programaban a través del miedo, la intimidación y la violencia, incluso desde una edad muy temprana.

Cuando salimos de la escuela, tenemos que estar lo suficientemente programados para someternos a las autoridades sin rechistar. En todas partes, desde nuestro lugar de trabajo hasta el gobierno y la religión, se espera de nosotros que nos sometamos a las autoridades sin condiciones. Quienes lo ponen en duda son marginados o mucho peor. Los que se niegan a doblegarse se convierten en proscritos, en marginados.

Fíjense en la gente que hay a su alrededor: muchas de estas personas son creyentes y confían en la buena intención de las autoridades; creen lo que les dicen sin ponerlo en duda; no sienten ninguna inclinación a cuestionar lo que se les dice, simplemente lo aceptan. Y de eso se aprovechan los gobiernos, las religiones y la mayoría de las autoridades.

Cuando hablamos con alguien acerca de la maldad del gobierno, la otra persona nos objeta que nuestro gobierno nunca haría algo así. La gente tiene confianza en el gobierno, y cree que el gobierno hace lo que puede para ayudarnos; la gente piensa que el problema radica en el bipartidismo o en otras razones. Pero no puede hacerse a la idea de que su gobierno, la autoridad, le pueda hacer daño intencionadamente. Muchas personas tienen una confianza ciega en que su gobierno intenta velar por ellas y protegerlas.

Y, sin embargo, podemos comprobar a diario que el gobierno no es nuestro protector, y que desde luego la gente no le preocupa mucho (sobre todo si somos pobres). Miren ustedes al cielo y vean todos los chemtrails o estelas químicas que hay. El gobierno ha admitido finalmente que nos está fumigando. Estas fumigaciones están envenenando la tierra, el agua, a los animales y a nosotros. ¿Por qué? ¿Acaso lo hacen porque se preocupan por nosotros? Lo que me choca es que, cuando menciono la palabra chemtrails, hay mucha gente que nunca ha oído hablar de las estelas. Les señalo con el dedo las que hay en el cielo, y mientras que algunas personas las ven por primera vez, otras se niegan a creerlo, afirmando que se trata de las estelas de condensación de los reactores. Resulta curioso que las estelas de condensación no tuvieran este aspecto cuando yo era un crío. ¿Y hacia dónde se dirigen exactamente todos estos aviones que cruzan el cielo dejándolo como un tablero de ajedrez? La mayoría de la gente está tan bien programada que no es capaz de ver lo que tiene justo delante. ¿Cómo puede alguien no darse cuenta de que nos están fumigando?

Ha quedado demostrado y fuera de toda duda que el flúor es extremadamente tóxico y, a pesar de ello, lo añaden al agua, a la pasta de dientes y a todos los alimentos y las bebidas fabricados con esa agua. Además de ser extremadamente tóxico, el flúor vuelve a la gente sumisa. Nos dicen que es bueno para los dientes, pero se ha demostrado que es falso, y que en realidad es perjudicial para los dientes y los huesos. Y aun así, la gente quiere que se lo pongan en el agua.

La industria de los aditivos alimentarios es enorme, y consiste en añadir sustancias químicas peligrosas a la comida. Además tenemos los edulcorantes artificiales, que también son extremadamente tóxicos, y los alimentos modificados genéticamente o transgénicos, los peores de todos, que actualmente se encuentran en casi toda la comida. Las reacciones adversas que provocan los organismos transgénicos es probablemente lo peor de lo que nuestro gobierno nos ha obligado a ingerir en la práctica. Podemos agradecer a nuestros líderes estatales y de las empresas que le hayan metido todo esto al populacho. Todo por tener fe y confianza en nuestras autoridades. ¿Y dónde está la FDA? En la cama con los productores de alimentos.

La industria médica también pone de su parte para matarnos lentamente. Las vacunaciones forzosas están destruyendo los cuerpos y las mentes de nuestros hijos. ¿Por qué hacen esto nuestras autoridades? Esta es una breve valoración de lo que un amigo mío ha descubierto en relación con las vacunas:

«Después de que me diagnosticaran colitis ulcerosa, una enfermedad autoinmune grave y debilitante, uno de los primeros datos que encontré cuando buscaba respuestas fue un estudio que indicaba que los que reciben la vacuna MMR tienen estadísticamente 3 veces más probabilidades de desarrollar una enfermedad autoinmune en su vida.

No obstante, eso no era más que un tratamiento superficial del tema. Si alguna vez he tenido dudas sobre el daño que estas vacunas pudieran provocan en el sistema inmunológico y en el sistema nervioso, mis dudas se han esfumado por completo. Después de haber dirigido una guardería durante el último año, he comprobado directamente el efecto que provocan estas vacunas. He visto cómo los niños pequeños pasan de ser brillantes estrellas de luz y amor con una aguda inteligencia innata, a ser bebés zombis completamente desconectados emocional y socialmente. El cambio que se produce en los niños después de que les inyectan estas vacunas es aterrador. Su personalidad cambia por completo, su funcionamiento cognitivo se reduce de manera significativa, y en la mayoría de los casos su sentido innato de empatía queda dañado (lo que hace que sean más agresivos hacia los otros niños).

No es que yo tenga prejuicios, te doy mi palabra de que no es así. Casi todos los días puedo constatar la gran diferencia existente entre los niños vacunados y los niños no vacunados (que muestran una inteligencia, una atención y una empatía muy superiores, así como una cualidad indefinible de brillo y de luz) «.
– Ceth

Todas las compañías médicas y farmacéuticas, las autoridades en las que los ciudadanos confían y de las que esperan que les curen, son corruptas, y no les importa matar o hacer daño a la gente por dinero. Se trata de una industria.

Los bancos nos roban, la policía nos pega y nos mata, nuestro gobierno nos despoja de todos nuestros derechos y libertades y también nos roba sobre la marcha. Todos los sacerdotes nos mienten, dado que también nos roban. Dondequiera que miremos, aquellas autoridades en las que hemos depositado nuestra fe y nuestra confianza son todas una banda de ladrones y sinvergüenzas. Por supuesto que lo son. Se trata de un juego de control, y ellos nos controlan. Se arrogaron una autoridad que es falsa, y nos hemos sometido a ellos. Nos hemos tragado sus mentiras.

¿Quién otorgó a este grupo de hombres una autoridad absoluta sobre nuestras vidas? Se la han apropiado, ya sea por la fuerza, mediante la violencia, a través de la manipulación o del robo. Y nosotros, el pueblo, los hemos aceptado como la autoridad. Eso sí, antiguamente lo hacían por lo general a punta de pistola. Ahora disponen de unos medios fantásticos para programar a las personas con el fin de que se crean cualquier cosa, de modo que las pistolas ya casi no les hacen falta. Aunque la policía está siempre ahí para recordarnos que hay sanciones severas para los que traspasan los límites.

Y todo esto nos conduce al título de este artículo. Nos encontramos en medio de una matanza lenta. ¿Y a quién están matando? A todos nosotros. Lo que estamos experimentando es un lento genocidio de la humanidad. ¿Y quién haría algo así? Los depredadores. ¿Cómo si no podemos explicarnos los chemtrails, el envenenamiento de la comida, del agua y del aire, y el hecho de que la industria médica mate y mutile con regularidad a quienes le pagan cantidades exorbitantes para que los curen? Estamos en una guerra de agresiones continuas, en la que nos mienten a cada momento, nos roban, nos llevan por el mal camino y nos violan. Lo que estamos experimentando en la actualidad es un genocidio lento. Los efectos del consumo de alimentos, agua y vacunas que son tóxicos ya es visible. América sufre el aumento de numerosas enfermedades como el cáncer, la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, el autismo, las alergias, los trastornos digestivos y el deterioro de las capacidades cognitivas, por mencionar algunos ejemplos. Imagínense lo que el futuro nos depara.

Somos una manada, somos el rebaño. Somos el alimento de los dioses. Ellos se alimentan de nuestras emociones, especialmente del miedo, de la violencia, del sufrimiento y de la adoración. Diferentes sabores. Se infiltran en nuestras mentes. Nos tienen hipnotizados bajo su hechizo, y nos hemos vueltos tan ilusos, que en realidad los adoramos como si fueran dioses todopoderosos. Estamos enganchados a la máquina de ordeñar que absorbe nuestra energía y nos deja débiles, desorientados y confundidos. Ahora parece que los depredadores están reduciendo el volumen de sus rebaños y preparando a los seres humanos para que se conviertan en ciborgs por la colectividad. Tienen muchos secuaces que llevan a cabo sus órdenes, traidores a su propio pueblo. Las mismas personas en las que depositamos nuestra fe y nuestra confianza para que nos protejan y nos guíen son nuestros peores enemigos. De alguna manera, nos hemos tragado la mentira y estamos viviendo en ella.

Esta es la cruda realidad. Todo lo que podemos hacer es informar a aquellos que estén interesados. Podemos tener cuidado con lo que ingerimos y con el agua que bebemos. No siempre es fácil, pero es importante para nuestro propio bienestar. Tengo orgonita y otros dispositivos con los que limpio la contaminación producida por la energía eléctrica y las microondas. Y me he desconectado del juego.

Por alguna razón nos han metido en este juego, en el juego del control, y están jugando con todos nosotros. Pero el juego está amañado. Todos nos hemos convertido en esclavos; incluso aquellos que parecen ser poderosos controladores también son esclavos de quienes los controlan a ellos. En este juego diabólico no hay verdaderos ganadores, salvo los depredadores que están en lo más alto.

Parece que a la humanidad le va mal en este juego. Todo va en contra nuestra, ya que tranquilamente les dejamos que nos envenenen poco a poco. Yo no deseo participar en este juego. Eso es lo que cada uno de nosotros elige a diario: participar o no participar.

Greg Calise

Artículo traducido por Conrad R.

Nota: A través de este enlace se accede a una lista de artículos que versan sobre la geoingeniería y sus efectos en la salud de las personas.