¿Por qué han dejado que llueva el Día de la Hispanidad?

El día 12 de octubre de 2016 dejaron que lloviera en toda la Península Ibérica. ¿Por qué?

Si ante la celebración del desfile de las Fuerzas Armadas en Madrid podían haber impedido que lloviese como acostumbran hacer en todo occidente cuando se celebran actos de este tipo, como por ejemplo este verano en Brasil, donde los juegos olímpicos estuvieron continuamente cubiertos por un cielo blanquecino y feo, fruto de la fumigación constante… Y si los días anteriores las fumigaciones diarias en Madrid, perfectamente visibles, nos hicieron «disfrutar» de una agradable temperatura veraniega… ¿Por qué han dejado que llueva en Madrid el 12 de octubre?


Al final del video del desfile presidido por el rey , cuando el documental ya lleva 1 hora, 24 minutos y 10 segundos, Felipe VI lamenta mediante un gesto que el desfile se haya visto deslucido por la lluvia. ¿De verdad que el rey no sabe que actualmente el control de las precipitaciones en España es total? ¿Nos quiere hacer creer que no tiene ni idea de que a diario nos fumigan, entre otras cosas para desintegrar las nubes naturales?

Bueno, la verdad es que tampoco llovió demasiado en Madrid, aunque los soldados, como de costumbre, fueron los que se llevaron la peor parte. En otras partes de España, en cambio, la lluvia produjo inundaciones de las que dieron buena cuenta los medios de comunicación, repitiendo como de costumbre la palabra «catástrofe». ¿Se habrían evitado estos daños si no manipulasen tanto los fenómenos meteorológicos con sustancias tóxicas y con radiaciones?

Efectivamente, a pesar de la «sequía», la lluvia es continuamente descrita por las cadenas de televisión como un fenómeno muy negativo. ¿Estarán abonando el terreno para que les aplaudamos agradecidos cuando saquen a la luz lo que actualmente perpetran de manera clandestina?

Seguramente sí: hace tiempo que lo vienen denunciando ciudadanos de Estados Unidos y de otros países.

Como nota curiosa también relacionada con el lavado de cerebro de la población, hay que señalar que ese mismo día, sobre las 19 horas, la cadena La Sexta emitió la película Cielos tóxicos (Toxic skies, 2008, de Andrew C. Erin), en la que un tío (y no un gobierno) se sirve de los chemtrails o estelas químicas de los aviones para generar una epidemia a la que le ponen freno los buenos gracias a una vacuna.

Y ahí, en la Plaza de Neptuno, estaban haciendo el paripé las «autoridades» que han dado el visto bueno a que destruyan con veneno tanto las tierras más fértiles del viejo continente como la salud del pueblo que costea sus elevados sueldos.

Un sueldazo que es el premio a la mentira, el premio a la representación teatral.

Nos quieren hacer creer que no se ponen de acuerdo, que no se pueden ver, y en el nivel de los militantes de los distintos partidos políticos probablemente sea cierto, pero lo que son las cúpulas de dichos partidos, dominadas por sectas repugnantes, sí que están de acuerdo en tapar a los que organizaron realmente las explosiones de los trenes de 2004, sí que están de acuerdo en callar ante lo que los gobiernos de otros países hacen en nuestro territorio, sí que están de acuerdo en darles a los servicios de inteligencia patente de corso para que sigan haciendo lo que les dé la gana, sí que están de acuerdo en excarcelar a los terroristas e integrarlos en la política, sí que están de acuerdo en fomentar la división y los nacionalismos, sí que están de acuerdo en permitir que sigan desapareciendo niños, sí que están de acuerdo en que las videocámaras y las supuestas antenas de telefonía móvil se multipliquen como ratas, sí que están de acuerdo en revestir de normalidad el hecho de que cada vez haya más gente enferma, sí que están de acuerdo en ocultarnos las barbaridades que nos están haciendo con las fumigaciones aéreas clandestinas: la generación de sequías e inundaciones, el robo y la privatización del agua, la justificación de obras de ingeniería faraónicas, la introducción insidiosa en nuestros cuerpos de organismos artificiales y de dispositivos electrónicos nanométricos, el envenenamiento premeditado de la tierra, el agua y el aire que respiramos, la extinción intencionada de aquellos seres vivos que no les interesan, la sustitución de las plantas naturales por organismos modificados genéticamente resistentes a los venenos que ellos mismos están difundiendo en el medio natural, el control tecnológico de todos los seres vivos, la fusión del hombre y la máquina, el control total de nuestros cerebros a distancia.

Y encima insisten en hacernos creer que nosotros tenemos la culpa del declive de la biosfera y que somos una plaga para nuestro planeta.

Qué poca clase. Qué falta de humanidad. Cuánta depravación. Cuánta codicia.

Conrad R.

Nota: Este enlace conduce a una lista de artículos que versan sobre las fumigaciones clandestinas y sus efectos en nuestra salud.

Fotografía: Allan Scott McMillan