La época tan extraña en que vivimos: la geoingeniería y la enfermedad de Morgellon

Publicamos a continuación la traducción al español de un artículo del escritor estadounidense Richard Edmonson, cuya versión original en inglés, publicada en junio de este año, se puede leer a través del siguiente enlace:

http://www.veteranstoday.com/2016/06/20/the-strange-times-we-live-in-geoengineering-and-morgellons-disease/

LA ÉPOCA TAN EXTRAÑA EN QUE VIVIMOS: LA GEOINGENIERÍA Y LA ENFERMEDAD DE MORGELLON

Por Richard Edmondson

20 de junio de 2016

La fumigación a través de aviones cisterna a reacción y sus efectos en la salud humana

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¿No será que lo que los geoingenieros pretenden es calentar el planeta en lugar de enfriarlo?

Un amigo mío me envió hace unos días la siguiente imagen, que expresa, a través de una fuerte dosis de ironía, lo extraños que son los tiempos en que vivimos…

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El presidente Kennedy puso a un hombre en la luna. El presidente Obama puso a un hombre en el servicio de señoras.

Por supuesto, nos hemos convertido en una sociedad gobernada rígidamente por la idea de la corrección política. Si uno ofende a este o aquel grupo, tendrá que pagar un precio, como la pérdida de su puesto de trabajo. Pero la posibilidad de traspasar accidentalmente los límites de las convenciones de lo políticamente correcto no es lo único que debe preocuparnos en este momento. Ni por asomo…

Nuestros medios de comunicación están controlados por un puñado de corporaciones cuyos propietarios apoyan de manera uniforme a un Estado de Oriente Medio que es genocida y del apartheid; tenemos gobiernos que dicen que luchan contra el terrorismo mientras que financian a los terroristas; cada año electoral nos obsequian con que tenemos que elegir otra vez al «menos malo de los dos candidatos», mientras que al mismo tiempo los alimentos que comemos están contaminados con organismos transgénicos, e incluso aquellos de nosotros que estamos concienciados y que tratamos de evitar este tipo de alimentos es probable que los estemos consumiendo debido a la falta de etiquetado.

Pero quizás lo más llamativo y revelador, en cuanto a lo extraño que se ha vuelto todo, es el hecho de que actualmente nuestros cielos están repletos de nubes no naturales formadas por aerosoles, un fenómeno en el que no han reparado los medios de comunicación mientras que millones de personas o bien no se dan cuenta de nada (probablemente la mayoría), o bien actúan como si no se dieran cuenta (una minoría nada despreciable). Esto, quizás más que cualquier otra cosa, es un indicador de hasta qué punto nos controlan, porque, a diferencia de los alimentos transgénicos, las estelas químicas o chemtrails, a las que a veces se denomina así, se extienden a través de nuestra atmósfera a la vista de cualquiera que tenga ojos. No hay más que mirar al cielo.

Tal vez parte del problema radique en que los nacidos en la década de 1990 o después son probablemente demasiado jóvenes para recordar el aspecto que tenía el cielo normal. Así que, tan solo para que se pueda establecer una comparación, he aquí el aspecto que presentaba un cielo con nubes cúmulos normales antes de que el gobierno pusiera en marcha su programa de modificación del tiempo atmosférico:

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Y este es el aspecto que presentan nuestros cielos actualmente los días de fuerte fumigación…

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Entonces, ¿exactamente con qué nos fumigan? ¿Y por qué lo hacen? Se han recogido muestras de suelo y de agua en distintas regiones justo después de que se llevaran a cabo intensas fumigaciones, y en dichas muestras se han hallado concentraciones elevadas de aluminio y bario, y también de estroncio en algunos casos, y la teoría más aceptada es que el gobierno está implicado en un programa de geoingeniería con el fin de combatir el cambio climático. Los elementos reducidos a polvo, especialmente el aluminio, reflejan la luz solar de nuevo hacia el espacio y, de este modo, en teoría, reducen la velocidad del calentamiento planetario.

Según esta teoría, resulta lamentable que el programa se haya puesto en marcha en secreto y sin un debate nacional sobre la conveniencia de esta ciencia, pero al menos detrás de todo esto habría un propósito comprensible, e incluso benigno o benévolo.

¿Pero de verdad es tan benigna y benévola la intención con que lo hacen?

Algo de luz a esta cuestión ha traído un artículo recientemente publicado con el título Geoingeniería tóxica en la Troposfera: Evidencias de cenizas volantes de carbón. Consecuencias para la salud pública [Evidence of Coal-Fly-Ash Toxic Chemical Geoengineering in the Troposphere: Consequences for Public Health], escrito por J. Marvin Herndon, geofísico que trabajó como investigador en la Universidad de California, San Diego.

Herndon, que ha sido descrito como un «científico disidente» [1], retomó la investigación en el punto en que la habían dejado quienes habían recogido las muestras de agua y las habían analizado, y llegó a la conclusión de que el aluminio, el estroncio y el bario hallados en los análisis anteriores eran en realidad «huellas dactilares» de cenizas volantes de carbón, un producto de desecho tóxico generado por las centrales eléctricas en las que se quema carbón:

Como una huella, los 8 ratios de elementos encontrados en el agua de lluvia de San Diego tras la dispersión troposférica de materia, coinciden elemento por elemento con el extracto de laboratorio de cenizas volantes de carbón dentro del rango de observaciones. Dicho de otro modo, la materia dispersada en la troposfera tiene las mismas características que el lixiviado de agua de las cenizas volantes de carbón al menos para 8 elementos, lo que supone una sólida evidencia en la identificación de la sustancia aerosolizada como cenizas volantes de carbón. [2] [Traducción de Guardacielos]

Herndon también señala que las mediciones antes mencionadas de aluminio y otros elementos en el agua de lluvia tras las fumigaciones han sido realizadas por ciudadanos inquietos en varios países, entre los cuales se encuentran los Estados Unidos, Canadá, Francia, Portugal, Alemania, Australia y Nueva Zelanda, y opina que de estos análisis «se infiere el alcance global de la dispersión de cenizas volantes de carbón en la troposfera».

Suponiendo que tiene razón y que estas «huellas dactilares» apuntan a las cenizas volantes de carbón, entonces vale la pena destacar que, además de aluminio y bario, el producto de desecho de la quema de carbón contiene otras sustancias que sin duda ninguno de nosotros quisiera inhalar y meterse en los pulmones, entre las cuales se encuentran el arsénico, el mercurio, el berilio, el torio y el uranio, y, como dice Herndon, todo esto tiene «serias consecuencias» para la salud pública y para el medio ambiente.

Pero quizás lo más asombroso de todo sea que la investigación ha llevado a Herndon a postular que, en lugar de enfriar el planeta, en realidad lo que el programa de fumigaciones masivas puede estar haciendo es acelerar el proceso de calentamiento:

Aparte de las graves repercusiones para la salud pública y la biota terrestre que se derivan de la toxicidad potencial de la dispersión de aerosoles de cenizas volantes de carbón en la troposfera, la fumigación aérea generalizada de estas sustancias afecta al clima y al equilibrio térmico de la Tierra en sentido contrario a su enfriamiento. Quienes residen en lugares donde la formación de nubes naturales es rara, como San Diego, notan el enfriamiento rápido una vez que se pone el sol, excepto en los días nublados en los que se retiene el calor.

Durante el día las cenizas volantes de carbón podrían bloquear la luz solar, pero por la noche frenan la pérdida de calor de la Tierra, impiden que llueva y contribuyen al calentamiento global. Y las fumigaciones nocturnas, que se supone que tienen la finalidad de que la gente no las vea, frenan aún más la pérdida de calor.

Sin embargo, existe otra consecuencia de la fumigación de cenizas volantes de carbón en la troposfera que implica lo contrario de enfriar el planeta y que tiene un gran impacto nocivo tanto en el medio ambiente como en la salud pública: la modificación del clima y la consiguiente alteración de los hábitats y de las fuentes de alimentos. Como publicó la NASA, “la creación de gotas de lluvia normales tiene que ver con la condensación del vapor de agua en partículas en las nubes. Las partículas condensadas se unen entre sí formando gotas lo suficientemente grandes como para caer a tierra. Sin embargo, el agua de la nube se dispersa a medida que más y más partículas de contaminación (aerosoles) entran en ella. Entonces estas gotas de agua más pequeñas quedan flotando en el aire y no pueden juntarse para formar gotas más grandes de lluvia. Por eso las nubes contaminadas dejan menos lluvia a lo largo de su vida que las nubes limpias (no contaminadas) de la misma talla».

Además de impedir que las gotas se junten y crezcan lo suficiente para caer a tierra, las cenizas volantes de carbón, que se forman bajo condiciones anhidras, se hidratarán atrapando la humedad adicional, impidiendo así que llueva. Esto puede causar sequías en algunas áreas, inundaciones en otras, pérdida de cosechas, destrucción forestal e impactos negativos en el medio ambiente, especialmente si a esto se añade la contaminación por aluminio químicamente móvil procedente de las cenizas volantes de carbón. Por último, las consecuencias pueden tener efectos devastadores en los hábitats y reducir la producción de alimentos para la población humana. [3]

La siguiente entrevista fue realizada al profesor Herndon en octubre del año pasado en una emisora de radio de Chattanooga, Tennessee. En un momento de la emisión el presentador hace un comentario que puede resultar ofensivo para la mayoría de los musulmanes, pero el que expresa ese punto de vista solo es el presentador, no el profesor Herndon.

Según la tesis de Herndon, las cenizas volantes de carbón parecen ser el principal material que se dispersa desde los aviones cisterna, pero ¿es posible que alguna otra sustancia se esté mezclando deliberadamente con las cenizas? Y otra buena pregunta: ¿por qué sueltan las cenizas volantes de carbón en la troposfera en lugar de hacerlo en la estratosfera, que está situada a mayor altitud?

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En el video, Herndon habla de los profesores universitarios que han propuesto que sería posible hacer que el cambio climático revierta por medio de la fumigación de la atmósfera con partículas reflectantes (los profesores en cuestión siempre hablan de esto como si no estuviera ocurriendo ya), pero, como explica Herndon, según las recomendaciones sobre la materia que supuestamente aquellos han dado tras haber investigado, las fumigaciones propuestas deberían tener lugar en la estratosfera. Y, como él mismo señala, las sustancias diseminadas en ese nivel «permanecerían en el aire probablemente dos años». Pero no es ahí donde las cenizas volantes de carbón (si es que en realidad se trata de eso) están siendo esparcidas. Por el contrario, las nubes formadas por aerosoles que estamos viendo en nuestros cielos las están vertiendo en la troposfera, «la capa inferior de la atmósfera que está mezclada con el aire que respiran las personas», como dice Herndon, lo cual significa que «las partículas caen, bajan hacia el suelo y se mezclan con la lluvia y con el aire que respiramos».

Aquí Herndon ha dado en el clavo. Si están fumigando con el propósito de reflejar la luz solar hacia el espacio, ¿no sería mejor que el material particulado se dispersara en la estratosfera superior, puesto que así permanecería en el aire durante periodos de tiempo más largos?

¿Por qué las fumigaciones tienen lugar en el nivel más bajo de la atmósfera? ¿Cuál es la razón? ¿Se tratará de una prueba médica de algún tipo, en la que la Tierra y su biota, y dentro de ella los seres humanos, serían los conejillos de indias? Es más, ¿habrá algo más, alguna otra sustancia potencialmente tóxica con la que estén experimentando y que estén dispersando además de las cenizas volantes de carbón?

En los Estados Unidos la historia de los experimentos médicos realizados sobre poblaciones desprevenidas es larga. Entre ellos podemos citar el experimento con la sífilis en Tuskegee, en la década de 1930; experimentos similares en Guatemala en la década de 1940, en los que unas 700 personas fueron infectadas deliberadamente con enfermedades de transmisión sexual con el fin de probar la eficacia de la penicilina; el estudio sobre la malaria en la cárcel de Stateville, también en la década de 1940; la dispersión aérea de la bacteria Serratia Marcescens sobre la ciudad de San Francisco en 1950; los proyectos Bluebird [Pájaro Azul] y Artichoke [Alcachofa], así como el programa MKULTRA en las décadas de 1950 y 1960, el que se ensayaron drogas como el LSD para su uso potencial en el control mental y en la modificación de la conducta, y así sucesivamente. De hecho la lista es bastante larga.

Con quienes más se ha experimentado es sobre todo con los militares. En 1994, el senador por el Estado de Virginia Occidental John D. Rockefeller dio a conocer un informe que documentaba los estudios del Departamento de Defensa de los Estados Unidos realizados sobre cientos de miles de militares a lo largo de un período de 50 años, a menudo sin que los afectados lo supieran. Entre dichos estudios se encontraba el de una vacuna de prueba que se administró a las tropas estadounidenses en la Guerra del Golfo de 1991, supuestamente para protegerlas de la exposición a agentes biológicos, así como el ensayo de diversas armas químicas, una de las cuales estaba diseñada para «romper a un hombre». Como rezaba el informe:

Todos los años, miles de experimentos en los que se utiliza a seres humanos siguen llevándose a cabo por o para el Departamento de Defensa. Muchos de estos experimentos en curso tienen objetivos convenientes, tales como la obtención de información para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de diversas enfermedades y discapacidades adquiridas durante el servicio militar. Aunque resulte lógico que los militares sean elegidos como sujetos de experimentación humanos para este tipo de estudios, es dudoso que la jerarquía militar permita que las personas que se encuentran en una situación de subordinación puedan negarse a participar en los experimentos militares. También podemos dudar de que aquellos que participaron como sujetos humanos en la investigación militar hayan recibido la información suficiente para entender completamente los beneficios y riesgos potenciales de los experimentos. Es más, parece evidente que no se les ha hecho un seguimiento adecuado tras la finalización de los protocolos experimentales para ver si sufrían efectos adversos para la salud. [4]

Ténganse en cuenta tanto la fecha del informe (1994) como el comentario de que los experimentos «todavía se están llevando a cabo».

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El siglo XXI trajo consigo una nueva enfermedad diabólica, un mal tan raro y tan extraño que casi representa un desafío a la hora de buscar una explicación o una posible causa natural. El primer caso fue comunicado en 2001 por Mary Leitao, quien abrió un sitio web en el que describió la enfermedad de su hijo. Leitao le puso nombre a la enfermedad: Morgellon. Desde entonces, miles de personas han mostrado síntomas similares de la afección.

Oficialmente, el gobierno de los Estados Unidos dice que todas estas personas están locas, que padecen de «delirios parasitarios». Pero ¿de verdad que es así? La enfermedad se caracteriza por unas fibras (a veces partículas negras u objetos hexagonales) que salen de lesiones cutáneas, acompañadas por la sensación de que por debajo de la piel corretean insectos. El gobierno afirma que las fibras no son más que hebras procedentes de la ropa. Pero los investigadores independientes han llegado a otras conclusiones, y la Clínica Mayo, por su parte, parece dejar la cuestión abierta:

La enfermedad de Morgellon es un trastorno cutáneo poco común que no tiene explicación, que se caracteriza por la presencia de úlceras, la sensación de que hay insectos correteando por encima y por debajo de la piel, y unos filamentos con aspecto de fibras que salen de las úlceras. No se sabe lo que son estas hebras. Algunos dicen que son mechones de hilos de algodón, probablemente procedentes de la ropa o de los vendajes. Otros dicen que son el resultado de un proceso infeccioso en las células de la piel. Es necesario seguir investigando. [5]

Es necesario seguir investigando, por supuesto, pero a ver quién consigue una subvención para la investigación de una enfermedad que el gobierno dice que no existe. Las subvenciones son difíciles de conseguir. La Fundación Charles E. Holman para el estudio de la enfermedad de Morgellon [Charles E. Holman Morgellons Disease Foundation o CEHMDF] es una de las pocas fundaciones benéficas que recaudan dinero para investigar esta dolencia. La organización ha dependido en gran medida de las donaciones individuales, y en 2016 se ha fijado como objetivo la recaudación de diez mil dólares (una nimiedad en comparación con las enormes cantidades que se destinan a otros proyectos de investigación).

Sea como fuere, la CEHMDF organizó una conferencia en Austin, Texas, los días 30 de abril y 1 de mayo de 2016. Uno de los ponentes fue el Dr. Randy Wymore, que habló junto con otros doce profesionales. Wymore es profesor adjunto de farmacología y fisiología en la Universidad del Estado de Oklahoma, en la que también trabaja como director del Centro para la Investigación de la Enfermedad de Morgellon, en el Centro de Ciencias de la Salud de dicha universidad. En el siguiente vídeo podemos ver a este y a otros profesionales de la salud que han examinado a los pacientes de Morgellon:

Hay quienes insinúan que el Morgellon es una consecuencia de las fumigaciones aéreas; otros lo han relacionado con los alimentos transgénicos, mientras que otros creen que ambos factores han sido determinantes en su propagación. Es difícil afirmarlo con total seguridad, pero el hecho de que el gobierno niegue la existencia tanto del Morgellon como de las fumigaciones podría ser un indicio de que existe un vínculo entre ambos fenómenos. Sea como sea, Wymore, por su parte, ha propuesto cinco causas posibles de la enfermedad: virus, parásitos, hongos, bacterias y la contaminación ambiental.

No obstante, añade lo siguiente: «Simplemente no lo sabemos. Todavía no tenemos pruebas suficientes». [6]

Puede que no haya pruebas suficientes que permitan llegar a conclusiones sólidas y científicas en la actualidad, pero el hallazgo, debajo de la piel de los pacientes de Morgellon, de cosas tales como unas formas de crecimiento fibroso con genes que solo existen en las plantas ha llevado a algunos a especular sobre la posibilidad de que lo que se esté ensayando sea en realidad un programa de mutación o alteración genética de los seres humanos, o tal vez incluso un arma genética.

Clifford Carnicom cree que lo que está pasando en el cielo no es geoingeniería en sí, sino bioingeniería, o que al menos existe un vínculo entre las dos.

«El problema es mucho mayor de lo que podemos imaginar, y este problema se extiende mucho más allá de la consideración de lo que en sentido estricto llamamos geoingeniería», dice Carnicom, y añade lo siguiente:

Por lo general, la ingeniería es el diseño y la creación o modificación de un sistema. El método implica generalmente el uso de la tecnología. Hay una frase muy interesante que he encontrado mientras buscaba definiciones: que por lo general la ingeniería implica «trabajo, astucia y habilidad», una frase interesante que puede ser aplicable a este asunto, y no necesariamente de una manera negativa. Entonces, obviamente podemos deducir que, una vez que tenemos un sistema que vamos a modificar, diseñar, organizar o crear, entonces el resultado lo aplicamos a otra cosa, y esto ha provocado la aparición de términos que son nuevos para nosotros como «geoingeniería» y «bioingeniería», porque ahora nos encontramos en un punto en el que podemos decir: «vamos a aplicarlo a la Tierra», o «vamos a aplicarlo a la vida». [7]

Carnicom dio sus primeros pasos como ciudadano dedicado a la investigación científica en 1999, cuando por primera vez vio una fumigación aérea en el cielo de Nuevo México, donde tenía su casa. Al tratar de obtener información al respecto a través de los funcionarios del gobierno, recibió la respuesta habitual de que las nubes que estaba viendo no eran más que las estelas de condensación normales que dejan los aviones a reacción.

Como las respuestas le parecían insatisfactorias, Carnicom fundó el Instituto Carnicom [Carnicom Institute o CI] y empezó a estudiar el asunto. Abrió un sitio web con el fin de compartir sus hallazgos con los demás y también para solicitar ayuda a otros investigadores, y desde entonces el CI lleva publicados unos 400 trabajos de investigación. Se trata de una cantidad enorme de material, que abarca desde 1999 hasta el presente, y la totalidad de los trabajos, ordenados cronológicamente por fechas, se encuentran a disposición del público en la biblioteca de investigación [research library] del Instituto. [8]

Uno de los artículos más recientes se titula Choque de pruebas: las distintas realidades de la gestión de la radiación solar [A Clash of Evidence: The Realities of Solar Radiation Management (SRM)], publicado el 6 de abril de 2016 y escrito por el propio Carnicom. En el artículo, el autor llega a la misma conclusión que Herndon: que lo más probable es que las fumigaciones estén calentando el planeta en lugar de enfriarlo, debido en parte a que tienen lugar en la troposfera:

Es un error seguir afirmando que los objetivos de quienes practican la geoingeniería son benéficos y bienintencionados (es decir, la gestión de la radiación solar y la reducción del «calentamiento global») aunque ahora sepamos que estas operaciones en realidad son dañinas debido a que al final ocasionan un calentamiento. Las operaciones de geoingeniería, tal y como se practican, no son un experimento con fines benéficos; los promotores comprenden la física y sus aplicaciones bastante bien (dentro del ámbito de sus intereses). Podemos estar seguros de que el conjunto de sus objetivos ni se centra en los principios de la «gestión de la radiación solar» ni se limita a ellos. [9]

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¿El padre de la bomba H fue también el padre de las estelas químicas?

Curiosamente, Carnicom también señala que uno de los primeros científicos que propusieron que la geoingeniería podría servir para frenar el cambio climático fue Edward Teller, al que se conoce como «el padre de la bomba de hidrógeno».

La tesis de Teller sobre este tema fue desarrollada en un artículo titulado El calentamiento global y las edades del hielo: las posibilidades que ofrece la modulación del cambio global basada en la física [Global Warming and Ice Ages: Prospects for Physics-Based Modulation of Global Change], que publicó junto a otros dos coautores. El documento se publicó por primera vez en agosto de 1997. Parece ser que los primeros chemtrails aparecieron en los cielos de América a finales de los 90 (Carnicom establece el punto de partida a principios de 1999).

Carnicom hace el siguiente comentario del artículo de Teller:

Este trabajo, uno de cuyos autores es el creador de la bomba de hidrógeno, es citado con frecuencia por los propios activistas como uno de los santos griales que demuestran que las operaciones de geoingeniería se están desarrollando actualmente, y que es cierto que están «enfriando el planeta» y «combatiendo el calentamiento global» (aunque de manera encubierta, por razones que desconocemos). Hay varias partes importantes del artículo a las que no se ha prestado suficiente atención, y esta omisión respalda de manera poco adecuada una creencia generalizada que carece de fundamento científico.

En efecto, Edward Teller propone varias estrategias para hacer que baje la temperatura del planeta, entre ellas la introducción de aerosoles o partículas en la atmósfera. Pero la cuestión es EN QUÉ PARTE de la atmósfera propone que se haga, y la respuesta a esta pregunta es muy relevante para la razón y el propósito de este artículo. Y aún resulta más revelador señalar las opciones adicionales que Edward Teller propone en su artículo y que son sus preferidas, ya que esto nos ayudará a considerar su propuesta de los aerosoles atmosféricos desde otra perspectiva…

Si me protejo la cabeza con una sombrilla un día caluroso y soleado, puede que me sienta más fresco. Sin embargo, el aire que me rodea seguirá absorbiendo el calor. El color y el material de la sombrilla serán otros factores (es decir, el albedo, el calor específico, etc.) que tendré que tener en cuenta. Y si lo que quiero es enfriar el planeta, voy a tener que desplazar el paraguas mucho más lejos, por ejemplo hasta el espacio. Esta es la idea principal del artículo de Teller, y es importante comprender esta propuesta antes de que se difundan ciertos términos de la «gestión de la radiación solar» referidos a las actuales prácticas de geoingeniería. La zona de la atmósfera en la que se inyecta el material puede hacer que varíe mucho el efecto global del calor, y en los círculos no especializados en los que se habla de la geoingeniería la mayoría de las veces se ha hecho caso omiso de este asunto. Esta discusión debería llevarnos a reflexionar con más profundidad acerca de cuál es la verdadera definición de la geoingeniería, y a comparar dicha definición con las realidades de los proyectos y las operaciones TAL Y COMO SE PRACTICAN ACTIVAMENTE EN ESTE MOMENTO. Las estrategias de modificación climática, o mejor dicho, las estrategias de control del medio ambiente, no son más que una parte de algo mucho más grande. [10]

Aunque Carnicom no lo menciona en su artículo, Teller, que es un ferviente sionista, ayudó a Israel a desarrollar su programa nuclear. En un artículo publicado en Haaretz podemos leer lo siguiente:

Teller también trabajó como asesor de Israel durante el período de 15 años anterior a la Guerra de los Seis Días, cuando según los informes el ejército de este país estaba desarrollando su propia capacidad nuclear. Se dice que Teller les rogó a los oficiales israelíes que le prometieran que nunca firmarían el Tratado de no proliferación nuclear, y hasta la fecha Israel no lo ha hecho. [11]

Fue la aparición de la enfermedad de Morgellon, o síndrome de Morgellon, lo que hizo que Carnicom empezase a investigar la posibilidad de que las fumigaciones tuviesen una aplicación en la bioingeniería, además de su uso en la geoingeniería. Como él mismo dice:

En 2006 empezamos a recibir informes de ciudadanos corrientes en los que se nos decía que algo estaba afectando a su salud. Parecía una mala noticia, pero la verdadera mala noticia es que al parecer nadie quiere volver a hablar de ello. [12]

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Las lesiones cutáneas de un paciente de Morgellon.

El Instituto Carnicom empezó a analizar muestras procedentes de los enfermos de Morgellon, y una de las personas que contribuyeron a esta investigación fue la doctora Gwen Scott, quien ideó la prueba que consiste en enjuagarse la boca con vino tinto para determinar la presencia de fibras u otros objetos.

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Fibras halladas bajo la piel de un paciente de Morgellon.
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Fibras resultantes de la prueba del vino tinto, fotografiadas en un fregadero.

Se ha descubierto que algunos de los objetos que se han encontrado bajo la piel de los pacientes de Morgellon estaban modificados genéticamente. Otra médico que contribuyó a la investigación fue la doctora Lorraine Hurley. Hurley murió el año pasado tras ser atropellada por un vehículo cuando circulaba en bicicleta en Cape Cod, Massachusetts.

«En este último año mis conocimientos se han ampliado más que nunca», dijo antes de morir. «He tratado de hablar con amigos y familiares acerca de multitud de asuntos que constituyen un peligro claro e inminente para nuestra vida y para nuestra supervivencia y muchos de ellos me han hecho callar. Puedo entender que admitir lo que está sucediendo hoy en la totalidad del mundo es muy complicado, pero esto no puede seguir siendo una excusa para hacer como si nada ocurriera o para tildarnos de locos a mí y a los demás activistas. Por mi parte lo que está en juego es tan alarmante que ya no me importa que la gente piense que estoy loca. Tengo la intención de denunciarlo públicamente y de manera más enérgica, dado que todas las pruebas apuntan a que las consecuencias catastróficas de las numerosísimas operaciones encubiertas que se están llevando a cabo son inminentes«. [ 13]

Después de su muerte, Hurley fue recordada como «una sanadora y visionaria maravillosa». [14]

«Esto es una guerra por el poder absoluto, y el cambio climático es simplemente una cortina, un teatro, un espectáculo», dijo en 2013 en una entrevista radiofónica. «Mientras que sean capaces de controlar el clima, no lo harán con el propósito de mantener unas condiciones que permitan seguir en el planeta con la mayor normalidad posible». [15]

En este momento lo que seguramente tiene una importancia decisiva es conseguir que se disipe la idea, que una buena parte de la opinión pública sostiene, de que lo que está pasando en los cielos es por nuestro propio bien. Pero, como señala Carnicom, para una persona normal y corriente, llegar a una conclusión así requiere un razonamiento muy prolongado, y los medios públicos, entre ellos Internet, están llenos de falsedades y de desinformación destinada a confundir.

Carnicom añade que, en lo que respecta a «los planes secretos relacionados con esta modificación de nuestro planeta, descubrí una plataforma, para mí bastante desproporcionada, que tiene la creencia de que de alguna manera esto servirá para reducir el calentamiento global«.

«Y me resultó curioso que esta plataforma tuviera tanta publicidad, ya que empezó a presentar contradicciones para mí, y ellos venga a decir que si todo esto era beneficioso, que si de alguna manera era bueno para nosotros… y esto para mí presentaba contradicciones, porque si yo tengo algo bueno que ofrecerte, me gustaría decírtelo. Me gustaría decírtelo si yo pensase que estoy haciendo algo bueno por ti. ¿Por qué iba a querer ocultarlo? ¡Lo que yo querría es proclamarlo! ¡Y tal cosa nunca tuvo lugar! Nunca se anunció. Siempre se insinuaba que de alguna manera esto tenía que ser positivo para nosotros, pero que en realidad lo mejor era no hablar de ello, y no preguntar cómo, ni por qué, ni quién, ni nada de nada«, añade.

El Instituto Carnicom ha analizado muestras de suelo y de agua recogidas en el medio ambiente después de una fuerte fumigación y las ha comparado con muestras de la piel y la saliva de personas que presentan síntomas de Morgellon. Las similitudes son aparentemente bastante sorprendentes, y ambas muestras incluyen «componentes biológicos inusuales», como dice Carnicom.

«Estas coincidencias entre las muestras ambientales y los componentes biológicos son en general fuertes, muy marcadas, e idénticas a estructuras similares que se han encontrado en varias ocasiones en el cuerpo humano», afirma. [16]

Al parecer, algunas de las formas que se desarrollan son autorreplicantes y actúan como parásitos una vez que están dentro del cuerpo humano. En otro artículo titulado Morgellon: una hipótesis de trabajo (parte 1), Carnicom escribe lo siguiente:

Al igual que ocurre con todos los nutrientes que son desviados para apoyar una relación parasitaria o enferma entre seres vivos, esta pérdida de nutrientes y de energía se llevará a cabo a expensas del huésped. Que quede claro que aquí el ser humano es el huésped [en el que se aloja un parásito], y no puede haber otra expectativa que la de sufrir en cierta medida. En muchos casos, el sufrimiento es extremo y todos estamos pagando el precio de esto cada día que permitimos que esta situación continúe sin que nadie proteste. [17]

Actualmente existen sitios web que ofrecen tratamientos o programas de «desintoxicación» para los enfermos de Morgellon, y algunos que incluso ofrecen «remedios» para este mal. ¿Cómo son de eficaces? No lo puedo decir.

Puede que a estas alturas ustedes se estén preguntando lo siguiente: si existe una conexión entre las fumigaciones y el Morgellon, ¿cómo es que solo han caído enfermas un número relativamente reducido de personas? Aquí la hipótesis es esta: que en realidad un gran número de personas han sido infectadas, pero la razón por la que solo un pequeño número presentan síntomas es que los cuerpos de estos individuos, por las razones que sea, básicamente están «rechazando» a los parásitos. En cuanto al resto de nosotros, nuestros cuerpos los han aceptado. Esta teoría es creíble debido a que la prueba del vino tinto antes mencionada se ha llevado a cabo en personas sin síntomas pero que aun así han dado un resultado positivo. Por esa razón Carnicom cree que decir que el Morgellon es una «enfermedad» puede inducir a engaño, ya que la palabra «enfermedad» denota algo que solo padece un porcentaje limitado de la población. Según él, todo indica que está mucho más extendida.

Y parece ser que no solo afecta a los seres humanos. Se han notificado casos de animales domésticos que muestran síntomas del síndrome de Morgellon, y a través de este enlace podemos ver lo que parecen ser las fibras de Morgellon encontradas en una muestra de McNuggets de pollo comprada en un McDonalds.

Voy a tratar de adentrarme en este asunto con más detalle en un próximo artículo, pero por ahora me gustaría señalar que la única esperanza que tenemos de que se ponga fin a las fumigaciones es que el ejército de los Estados Unidos intervenga para detenerlas. Hace ya más de 15 años que la gente habla de los «chemtrails», observando los cielos, señalándolos, grabándolos en vídeos y subiéndolos a Internet, sin resultado alguno. Y la cuestión del Morgellon también ha sido muy debatida, en Internet por lo menos, y se sospecha que guarda relación con las fumigaciones al menos desde 2006. Sin embargo, durante todo este tiempo, desde los primeros días del siglo XXI hasta ahora, nada se ha hecho. Las fumigaciones simplemente continúan. E incluso en el caso de que los aerosoles no fueran la causa del síndrome de Morgellon, incluso si el Morgellon fuera una enfermedad totalmente inventada, que no creo que sea el caso, pero supongamos por un momento que esto fuera así, aun así hace mucho que se sabe que el aluminio es neurotóxico, lo que significa que las fumigaciones, como indica Herndon, han contribuido casi con toda seguridad a las elevadas tasas de alzhéimer, autismo y otras enfermedades neurológicas que existen en la actualidad.

Repitámoslo: el gobierno [de los EE.UU.] niega la existencia tanto de las fumigaciones como de la enfermedad de Morgellon. Los principales medios de comunicación han pasado olímpicamente de ambos asuntos, mientras que incluso los denominados medios alternativos, tal vez sumisos a causa del miedo, les han prestado muy poca atención. Y elegir a Trump o a Clinton este otoño probablemente no servirá para que las cosas cambien. Lo que está ocurriendo ahora en nuestros cielos está fuera del poder de la población civil. La única esperanza que tenemos es que el ejército intervenga para detenerlo.

Notas:

[1] “Scientific Maverick’s Theory on Earth’s Core…” SF Gate, http://www.sfgate.com/news/article/Scientific-maverick-s-theory-on-Earth-s-core-up-2632837.php

[2] “Evidence of Coal-Fly-Ash Toxic Chemical Geoengineering in the Troposphere: Consequences for Public Health,” by J. Marvin Herndon, http://nuclearplanet.com/ijerph-error_corrected.pdf

[3] Ibid

[4] “Is Military Research Hazardous to Veterans’ Health? Lessons Spanning Half a Century,” http://www.gulfwarvets.com/senate.htm

[5] “Morgellons Disease: Managing a Mysterious Skin Condition,” Mayo Clinic Staff, http://www.mayoclinic.org/morgellons-disease/ART-20044996?pg=1

[6] http://www.healthsciences.okstate.edu/morgellons/research.cfm

[7] https://youtu.be/fXfd8VUUJTg

[8] http://carnicominstitute.org/wp/research-library-listing/

[9] “A Clash of Evidence: The Realities of Solar Radiation Management (SRM),” Clifford E. Carnicom, http://carnicominstitute.org/wp/a-clash-of-evidence/

[10] Ibid

[11] “This Day in Jewish History: Difficult Genius Behind H-bomb is Born,” Haaretz, http://www.haaretz.com/jewish/this-day-in-jewish-history/.premium-1.637186

[12] https://youtu.be/fXfd8VUUJTg

[13] http://geoengineeringwatch.org/htm/lorrainehurley.html

[14] http://www.rumormillnews.com/cgi-bin/forum.cgi?noframes;read=29486

[15] http://podbay.fm/show/632354744/e/1386278715?autostart=1

[16] https://youtu.be/fXfd8VUUJTg

[17] “Morgellons: A Working Hypothesis, part 1” Clifford E. Carnicom, http://carnicominstitute.org/wp/morgellons-a-working-hypothesis-part-i-identification/

Artículo traducido por Conrad R.

Nota del traductor:

Este artículo de Ilya Sandra Perlingieri, traducido al español, puede servir de introducción a quienes quieran saber más sobre las fumigaciones aéreas clandestinas:

Chemtrails y geoingeniería: el mayor crimen de la historia (Ilya Sandra Perlingieri, agosto 2013 / Trad. Resistencia)

La relación de los colaboradores del Instituto Carnicom que han fallecido en los últimos años se puede leer en este artículo:

http://carnicominstitute.org/wp/in-memoriam/

Algunos artículos publicados por Clifford Carnicom y traducidos al español son los siguientes:

Otra vez fibras transportadas por el aire, y otra vez, y otra vez más (J. Challender / Clifford E. Carnicom, nov. 2005 / Trad. Resistencia)

Morgellon: Primeras observaciones (Clifford E. Carnicom, agosto 2006 / Trad. Resistencia)

Morgellon: Morfología confirmada (Clifford E. Carnicom, nov. 2007 / Trad. Resistencia)

Morgellon: las muestras halladas en el aire, en la piel y en la sangre coinciden (Clifford E. Carnicom, dic. 2007 / Trad. Resistencia)

El síndrome de Morgellon: cuarta coincidencia (Clifford E. Carnicom, enero 2008 / Trad. Resistencia)

Morgellon: la prueba del vino y el peróxido (Clifford E. Carnicom, marzo 2008 / Trad. Resistencia)

El síndrome de Morgellon: una nueva clasificación (Clifford E. Carnicom, feb. 2010 / Trad. Resistencia)

La teoría de Sofia Smallstorm, basada en los estudios de Clifford Carnicom, entre otros, se puede leer en este PDF:

Sofia-Smallstorm-2010-2016

El artículo de J. Marvin Herndon ha sido traducido al español por Guardacielos:

http://www.guardacielos.org/users/1/Documentacion/Geoingenieria_Toxica_en_la_Troposfera_Revisado.pdf

El portal de la Plataforma Cívica Guardacielos contiene más información sobre la teoría de Herndon:

http://www.guardacielos.org/

Este enlace conduce a una serie de artículos que versan sobre las fumigaciones aéreas clandestinas y sus efectos en el medio ambiente y en nuestra salud.